De unos años a esta parte, la revolución digital ha supuesto la llegada de un nuevo tipo de producto, el regalo personalizado,
que ha encontrado en los comercios online su medio natural. Se trata
de regalos únicos, que cuentan con la necesaria participación del que
los adquiere.
Entendámoslo con un ejemplo. Llega el Día del Padre o de la Madre y, un año más, nos volvemos locos pensado en qué regalar. Recorremos las tiendas sin un objetivo fijo, ansiosos porque el tiempo pasa y no se nos ocurre nada realmente original que regalar.
La red nos ofrece una solución al problema. Tecleamos en el navegador regalos personalizados o regalos con fotos, y Google nos devuelve una serie de tiendas virtuales especializadas desde hace años en confeccionar regalos con nuestra marca personal. Esa marca suele ser una fotografía que se estampará en el artículo seleccionado.
Si a mi padre le gusta pasar el tiempo con sus nietos, puedo escoger un parchís. Pero no un parchís como otros miles que hay en el mercado, sino un tablero en el que las cuatro esquinas muestran un retrato de cada uno de sus nietos. Nunca habrá dos regalos iguales (a no ser que los encarguemos nosotros, lógicamente).
Otro ejemplo. A mi madre la gusta leer y ver la tele en su butaca favorita. ¿Qué tal si le regalo un cojín con una foto mía y de mi hermana... bien sonrientes, bien felices?
Los regalos personalizados tienen un componente emocional altísimo por dos razones. Por un lado, porque el que recibe el regalo valora el esfuerzo del que lo regala en la creación del mismo y, por otro, por la propia imagen que incorpora.
Entendámoslo con un ejemplo. Llega el Día del Padre o de la Madre y, un año más, nos volvemos locos pensado en qué regalar. Recorremos las tiendas sin un objetivo fijo, ansiosos porque el tiempo pasa y no se nos ocurre nada realmente original que regalar.
La red nos ofrece una solución al problema. Tecleamos en el navegador regalos personalizados o regalos con fotos, y Google nos devuelve una serie de tiendas virtuales especializadas desde hace años en confeccionar regalos con nuestra marca personal. Esa marca suele ser una fotografía que se estampará en el artículo seleccionado.
Si a mi padre le gusta pasar el tiempo con sus nietos, puedo escoger un parchís. Pero no un parchís como otros miles que hay en el mercado, sino un tablero en el que las cuatro esquinas muestran un retrato de cada uno de sus nietos. Nunca habrá dos regalos iguales (a no ser que los encarguemos nosotros, lógicamente).
Otro ejemplo. A mi madre la gusta leer y ver la tele en su butaca favorita. ¿Qué tal si le regalo un cojín con una foto mía y de mi hermana... bien sonrientes, bien felices?
Los regalos personalizados tienen un componente emocional altísimo por dos razones. Por un lado, porque el que recibe el regalo valora el esfuerzo del que lo regala en la creación del mismo y, por otro, por la propia imagen que incorpora.
